En un lote de menos de 200 m2. ubicado unos pocos metros al sur del complejo “Alameda Necochea” -sobre la misma vereda- se erige un pequeño conjunto de 8 unidades de vivienda: 6 de 1 dormitorio en tipología lineal, y 2 de 2 dormitorios que al incorporar una segunda habitación hacia el centro del lote se transforman en “L”.
La operación consiste en liberar, vaciar el centro del terreno a medida que se asciende, generando un espacio pulmón profundo, alto y angosto, que separa dos cuerpos edificados hacia el sur y hacia el norte con 4 unidades –una por nivel- cada uno; mediante este “vaciado” se aíslan las viviendas entre sí, y se provoca la transición entre ellas –lo propio, lo privado– con los accesos a través de balcones –lo común, lo social- y finalmente con la calle –lo público, lo urbano-.
El resultado es el des-armado del programa convencional del edificio de departamentos, al subvertir los mecanismos típicos de organización vertical compacta ya que no hay palier, se accede a las viviendas en distintos puntos del recorrido vertical: a partir de la planta baja en que se accede desde el exterior –la misma vereda- o al centro en los pisos impares, y nuevamente al frente en el 2do. nivel, mediante balcones a la calle.
Este recorrido, las transiciones inducidas, las expansiones en altura de cada vivienda, quedan envueltas y filtradas por la pantalla de mampostería calada con que se presenta el conjunto a la calle, al barrio, que de esta forma va “admitiendo” su densificación no traumática: la vereda oeste de Necochea al 4000 puede empezar a leerse en parte de su desarrollo como tal, un “nuevo vecindario“ … a escala barrial, el germen, quizás, de una nueva ciudad, más densa, equilibrada, amigable.