Las características con que se manifiestan los procesos de urbanización en nuestras ciudades intermedias actualmente, nos permiten describir a grandes rasgos dos tendencias predominantes pero divergentes entre sí, es decir presentan una cierta dualidad o polaridad que tensiona el crecimiento urbano y no representa, al menos en lo inmediato, posibilidades de establecer una consolidación armónica, equilibrada y sustentable del tejido residencial.
Una de ellas se trata de la densificación de las áreas centrales y su entorno inmediato -suelo urbano altamente apreciado-, que se lleva a cabo mediante la construcción en altura de edificios entre medianeras, corrientemente por sustitución de tejido existente, y cuya finalidad principal es la rentabilidad inmobiliaria. El resultado es, salvo pocas excepciones, una especie de «amojonamiento» indiscriminado y caótico del paisaje urbano, con el inevitable predominio de drásticas medianeras que por lo general representan, más allá de la prepotencia de su masa, una mera referencia de las escuetas unidades apiladas que contienen.
En el otro extremo, se produce la expansión sobre la periferia mediante urbanizaciones que van transformando suelo rural o semirural en suelo «semiurbano», ya que por sus características de ámbitos cerrados y controlados, los denominados countries difícilmente puedan asimilarse al tejido urbano. Por el contrario, el efecto obtenido -deseado- es el de ghettos diseminados en el entorno rural, proponiendo un sistema de vida aislado, disociado de aquel que ha caracterizado fuertemente a nuestras ciudades a lo largo de su historia.
En este contexto, el Conjunto Maipú se inscribe en un proceso de exploración que, a través de una serie de obras y proyectos desarrollados en los últimos años por nuestro estudio -ver El Cronista Arquitectura 10/10/99-, gira en torno a la producción de alternativas a la situación descripta anteriormente, generando nuevas respuestas a las demandas actuales de calidad de vida y mejores condiciones para la inversión inmobiliaria.
Sobre localizaciones en torno al área central de la ciudad en terrenos que, ya sea por su disposición, su porte, su entorno, o por preexistencias que los caractericen, presentan ciertas condiciones atípicas que son potenciadas por las intervenciones, se desarrollan variantes de agrupamientos y tipologías de media densidad.
Caracterización del proyecto
Contexto: se procura establecer una relación armónica con el ámbito barrial circundante mediante un desarrollo predominantemente horizontal, y una configuración morfológico-constructiva que parte de elementos asimilables al «clima»del entorno.
Agrupamiento: responde a una cuidada relación de llenos y vacíos -tejido micro urbano- de modo de obtener una armónica disposición de superficies construidas en torno a los espacios libres. Estos se gradúan desde lo público a lo privado, conformando un ámbito común de apropiación, a manera de patio central al que convergen visuales y expansiones de las unidades.
Unidades: se trata de 16 viviendas de 1, 2, 3 y 4 ambientes con diversidad de tipologías y de disposición de sus componentes, lo que representa una variada oferta inmobiliaria.
Cuentan con expansiones propias en todos los casos, ya sea por patios o terrazas, que al disponerse en el reverso del patio central común generan óptimas condiciones de iluminación y ventilaciones cruzadas.
Materialidad: la organización espacial reduce al mínimo las superficies comunes, no requiere de circulaciones verticales mecánicas ni de estructuras independientes, optimizando costos y plazos de ejecución. El conjunto es austero en su configuración en base a la utilización de elementos constructivos tradicionales sistematizados, a una volumetría simple y contundente, generando una morfología que sugiere un trozo de barrio, un fragmento del tejido residencial al que se reinterpreta, se recrea.